Tengo una gran cicatriz en la tripa con forma de L.
La miro y me emociono. Me recuerda que sigo viva gracias a esa herida.
Durante el invierno permanece resguardada bajo mi ropa.
Pero empieza el verano y el bikini.
Tengo celulitis en mis muslos.
Empiezo a tener celulitis en el resto de mis piernas.
No me gusta su dibujo.
Y, a la vez, me recuerda que soy mujer. O mejor, mujer madura, con historia.
Pero empieza el verano y el bikini.
No me es fácil 'lucir mis secretos'.
Una ginecóloga me preguntó un día por qué no me quitaba la cicatriz con láser. Me habló de una operación sencilla, con poco coste.
Basta dar una vuelta por la ciudad para ver diversos anuncios animándome a liposuccionar la grasa de mi celulitis.
Y me resisto.
Empieza el verano y el bikini.
Y miro. Y me miro.
Temo a algunas miradas.
Y descubro que me gustan los cuerpos expresivos, con historia.
De pronto, encuentro belleza en las cicatrices, incluso en las celulitis.
Disfruto con las pieles ajadas, vividas.
Disfruto con las sonrisas llenas de arrugas.
Disfruto también con la tersura de las más jóvenes.
Sí, mi resistencia tiene que ver con todo esto.
Son las ganas de preservar en el mundo la belleza de lo vivido.
Y me duele saber que, en los tiempos que corren, este es un deseo subversivo.
3 comentarios:
Ay, me encanta que traigas tu cuerpo de mujer de esta forma, en esta época del año.
¡Qué refrescante es!
Besitos
La tersura ha dejado paso a la madurez, cierto e inevitable y no hay liposucciones que valgan más que la historia de tus muslos.
Qué belleza, me ha encantado.
besiños
cris
Publicar un comentario